Si bien es cierto que por un lado no iba a ir por la presión que me produce ir a sitios tan aglomerados como ese día, donde las calles se llenaron de voces y personas, todas unidas por lo mismo; por otro lado, nos podía dejar de lado a mis principios, y por eso mismo decidí ir.
Me pareció impresionante cómo independientemente del género de la persona, la edad, la cultura...estábamos todos unidos.
Me sentí orgullosa, de que tanta gente se concienciase y saliese a la calle para quejarse por la gran cantidad de injusticias legales machistas que han ocurrido a lo largo de estos años, y la gran cantidad de asesinatos en nombre de violencia de género. Y todos salimos a la calle con un gran "basta ya" en la boca, horrorizados por las cifras y con las manos en alto.
Me siento impotente cada vez que en las noticias se comenta otro asesinato más, otra mujer menos, otro hombre que ha abusado/maltratado/matado...y un largo etcétera. Es incomprensible cómo, a pesar de muchos avances tecnológicos y del tiempo que transcurre, avanzamos poco en el tiempo, o volvemos al pasado por unos instantes.
Ojalá consigamos que no haga falta salir a la calle gritando, indignadas por el miedo que pasamos. Ojalá que en un futuro no haga falta ir por la calle buscando miradas cómplices por intentar llegar a salvo. Ojalá dejen de aparecer casos de violencia machista en los medios y las redes. Ojalá todo esto que gritamos algún día calle, porque se haya cumplido nuestra propuesta. Ojalá que el acudir a esta manifestación cambiase, unas leyes, unos pensamientos, y una sociedad que no parece avanzar en el tiempo.
Nerea Moral de Castro
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