Mucha gente nos miraba por un instante y apartaba la mirada de inmediato, ya bien por vergüenza o por incomodidad, pero otras personas nos juzgaron con la mirada fuertemente. era increíble ver cómo cuando la gente entraba en el tren nos miraban de arriba abajo encontrando un significado al porqué íbamos así.
Al llegar a la universidad, esa sensación de intimidación desapareció, sentí que me juzgaban menos y que me miraban menos detenidamente, y me hizo sentirme más cómoda y reconfortante.
Fue una experiencia divertida y única, que no sé si volvería a repetir, pero que seguro que la voy a recordar el resto de mi vida.
Foto con Nuria Lorenzo en el tren |
Nerea Moral de Castro
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